Encontrarlo en las pequeñas cosas

Qué pasa cuando estas demasiado triste sin motivo. Simplemente tienes ganas de llorar por todo y por nada. Qué pasa cuando no sabes que arreglar, que cambiar cuando todo parece sumido en la oscuridad. Cuando básicamente el problema eres tú, porque el mundo a tu alrededor intenta hacerte feliz, pero tú inconscientemente no te dejas arrastrar. Miras el mundo, sonríes y piensas que ya se te pasara, que algún día intentaras dejar de destruir todo lo que tienes, para empezar a disfrutar de las pequeñas cosas. Esa clase de latín que antes te daba miedo y ahora esperas, encontrar el placer de escuchar hablar de literatura interrumpida por el ruido de los coches, de la vida. Encontrar en el silencio de la naturaleza la paz que creías muerta o simplemente hundir la mano en el pelaje de mi gata y dormir mientras la escucho ronronear. He estado muchas veces triste, le he sonreído al mundo sin creer mi propia sonrisa y he llorado en mitad de la naturaleza esperando que los arboles me consolaran, y da igual lo triste que te sientas, siempre habrá cosas que te produzcan el placer de vivir: un beso, un abrazo, un ten cuidado de tu madre, tumbarte en la cama después de un largo día, saludar a tu perro porque parece que verte volver a casa es lo mejor que le ha pasado en la vida, leer en el balcón en verano un buen libro, porque no hay malos libros, solo malos momentos. Y tener la certeza de que todo cambia y que no siempre estarás triste.